Nada parece estar roto hoy (sólo la voz del que llega tarde).
lunes, 25 de mayo de 2009
A los diez años la vida es un cuento previsible, los malos son feos, infelices y terminan mal; los buenos son lindos, felices y comen perdices. También es un juego donde los hijos son muñecos o peluches, una juega a la mamá, al ama de casa. Que distinto cuando vemos que la vida no se ajusta a ese juego infantil. No, la vida es otra cosa, la diferencia entre malos y buenos es más sutil que una cara bonita y un final feliz, la verdadera lucha entre el bien y el mal ocurre cada día en nuestro interior.
Uno crece y el juego se vuelve más serio; hay quien pudiera vivir cantando como un chico, hay quien pudiera eternizar el juego, vivir por siempre en un cuento de hadas; hay quien pudiera ser por siempre chiquitita.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario