Nada parece estar roto hoy (sólo la voz del que llega tarde).
lunes, 20 de diciembre de 2010
Ya no espera ningún amor, sólo depende de su propia felicidad. Puede apreciar con otros ojos la hora tope de calor a las cuatro de la tarde, y cómo oscurece el día a las 19:45. No espera la compañía de esa persona utópica e imaginaria, disfruta del transcurso natural de las cosas. Ya no grita, ahora camina. Y lo hace por un camino que no está escrito como ella esperó escribir siempre, pero lo acepta, y sin embargo, está mejor que nunca.
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