Nada parece estar roto hoy (sólo la voz del que llega tarde).
lunes, 19 de octubre de 2009
Era el día de su boda, se casarían por lo civil. Una noche antes ella recibía la llamada de su novio pidiéndole tiempo para pensar la decisión que tomarían, casarse era algo muy serio y la duda no podía caber en una sentencia así. Suelta el teléfono sin saber que hacer, no podría cancelar la boda que había preparado. Pensando que fue un horrible sueño y sin decir nada se fue a dormir. Al siguiente día sus manos apretaban las flores y la pluma donde plasmaría su firma. El papá del novio interrumpió en las sala disculpando a su hijo, quién no llegaría a la boda. Había salido una noche antes dejando una nota en el televisor diciendo que era demasiado joven para casarse. Salió huyendo en su camioneta y se quedó sin frenos en el camino. Murió instantáneamente al chocar en el camellón central, algunos juzgan como justa su muerte, -cómo se le ocurrió hacerle eso, dejarla plantada-, -se lo merecía- nadie se percató de la sonrisa de la novia, parecía estática pero sus ojos sonreían, permaneció inmóvil y pidió firmar el acta, salió caminando dejando una firma y una marca de grasa en el papel que la llamaría sola. Nada más peligroso que una mujer despechada. ¡Cuidado! la locura y el despecho juntos, pueden ser muy peligrosos
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