Nada parece estar roto hoy (sólo la voz del que llega tarde).






martes, 20 de octubre de 2009

Llora en silencio mi alma solitaria, excepto cuando esté mi corazón unido al tuyo en celestial alianza de mutuo suspirar y mutuo amor. Es la llama de mi alma cual aurora, brillando en el recinto sepulcral: casi extinta, invisible, pero eterna...ni la muerte la puede mancillar. ¡Acuérdate de mí!... Cerca a mi tumba no pases, no, sin regalarme tu plegaria; para mi alma no habrá mayor tortura que el saber que has olvidado mi dolor. Oye mi última voz. No es un delito rogar por los que fueron. Yo jamás te pedí nada: al expirar te exijo que sobre mi tumba derrames tus lágrimas.

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