Nada parece estar roto hoy (sólo la voz del que llega tarde).






martes, 17 de noviembre de 2009


No abras tus labios, necio, ni gires hacia mi tu rostro; la furia del cielo te derribará, entonces mi gracia será tuya. Borra tu sombra de mi camino, y no derroches vanas plegarias; el salvaje viento puede insinuar tu canto, más nunca rogaré que te quedes. Llévate lejos esos falsos ojos oscuros, no los demores sobre mi rostro; te amé con gran amor, y ahora un gran odio, lúgubremente, se sienta en su lugar. Todos los cambios pasan como un sueño, yo no canto ni rezo; tú eres el árbol venenoso que huyó con mi vida lejos.

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